Éste es el título de una exposición en homenaje al político socialista asesinado por ETA hace ahora más de 7 años.
Este lunes hubiera cumplido 71 años el prolífico economista catalán que ya desde joven fué expulsado de la Universidad de Barcelona por su lucha en contra del franquismo y que también fué repetidamente detenido por participar en gran diversidad de movimientos sociales en contra del régimen.
Los hombres que hicieron grandes cosas siempre son recordados. La exposición “Ernest Lluch: el esfuerzo por construir un país”, permanecerá abierta al público hasta finales de enero en Madrid. Exposición que me gustarí que fuera trasladada a Catalunya para poder ir a verla. Y no tan sólo la exposición, si no también el ciclo de conferencias y debates que alrededor de su figura se han hecho las últimas semanas en la delegación de la Generalitat de Catalunya en Madrid.
Este lunes hubiera cumplido 71 años el prolífico economista catalán que ya desde joven fué expulsado de la Universidad de Barcelona por su lucha en contra del franquismo y que también fué repetidamente detenido por participar en gran diversidad de movimientos sociales en contra del régimen.
Son varias las fotos que hay colgadas por las paredes de la sede central del PSC, en la C/ Nicaragua de Barcelona, y en las cuales, todas alrededor del 25 aniversario de la victoria socialista de 1982, se le ve trabajando, en las oficinas, en diversos actos públicos (en aquella época se les llamaba con mayor asiduidad mítings).
Un veterano dirigente socialista me contaba que su mayor activo, aquello que le diferenciaba del resto, era su infinita capacidad de trabajo, la cual, unida a su inquebrantable tenacidad, le hizo conseguir uno de los grandes hitos de la democracia, la universalidad de la salud. Algo que, como la propia salud, no solemos valorar lo suficiente y que, también comparándola con la salud, sólo la recordamos cuando nos falla (largas listas de espera, dificultad de accesibilidad a según qué servicios, masificación...).
En Nicaragua le echan mucho de menos y me permito extender ese sentimiento a la política española en general. Y se echa de menos su participación en la constante renovación del socialismo catalán y español. y en la construcción de un país, su objetivo final.
Personas de su formación, preparación, tenacidad, capacidad de diálogo, perseverancia y gran generador de confianza son más que necesarias en la alta y permanentemente crispada política española.
A lo mejor por eso un político como Duran i Lleida es tan bien considerado por la mayoría de electores. Personas tranquilas, que no renuncian a su programa, que no se dejan llevar por oleadas (casi siempre malintencionadas) de pensamiento político, sin aspavientos y que transmiten tranquilidad, que es lo que desea la gente, tranquilidad. No debates estériles que no llevan a ninguna parte, que son del todo infructuosos y que sólo buscan hacer daño al contrario.
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