miércoles, 23 de enero de 2008

Felipe González, siempre


Final del míting con Montilla, Chacón y Felipe
El pasado domingo estuvimos de míting en Barcelona, en el Pabellón de la Vall d'Hebron. Míting de precampaña de elecciones generales con Montilla, Chacón y Felipe González.
Montilla estuvo bien, o sea, como siempre.
Nos mostró unas cuantas comparaciones de cómo se ven las cosas si comparamos la derecha con la izquierda. Si quieres derecha, derechona, la ultraderecha española, o si quieres izquierda, avances sociales. Me gustó.
La izquierda es progreso, es avanzar. La derecha es conservadora, es estar parado haciendo creer a la gente que se avanza
Chacón, fuerte, firme, con empuje, mucho empuje, recordando desde el corazón los avances sociales habidos en los '80 con el gobierno socialista de Felipe (y de Serra, y de Lluch, y de Morán, y de Guerra, y de...) y cómo ella, con la cuarentena aún por cumplir, procediendo de una familia de clase media baja, ha podido estudiar lo que ha querido, duramente, pero lo ha hecho, ha podido estudiar en otros países, ha tenido una asistencia sanitaria más que digna (en crisis constante, sí, mejorable, sí, pero universal y más que digna). Me encanta Carmen Chacón, lo he repetido en varias ocasiones, y éste ha sido uno de sus mejores actos públicos, uno de sus mejores discursos. Como os decía, desde el corazón, y con frescura, mucha frescura.
Entre ambos, Felipe. Buffffff...
Para resumirlo rápidamente, como dice Miquel Iceta, la gente que abarrotó el pabellón, más de 7000 personas, con más de mil de ellas fuera viéndolo en pantallas, volvió a asistir a "la magia de Felipe".
Fuerte, convincente, ambicioso, cínico, ocurrente, descalificador de aquellos que lo merecen, con el mejor tono para cada momento, una puesta en escena prácticamente inmejorable, sublime en ocasiones, incisivo en otras, y con muchas ganas de ser rebelde, de no perder lo que se ha ganado en esta legislatura en cuanto a avances sociales, como en su primera legislatura.


La izquierda ama Catalunya, la derecha quiere dividirla, y prefiere que las empresas fuertes se alíen con otras alemanas que con las de Catalunya.
La sensación en el autobús de vuelta entre los compañeros y compañeras era de que había transmitido, una vez, su fuerza a todo el mundo para volver a trabajar como nunca en la campaña. Fuerza, mucha fuerza. No defraudó a nadie, a pesar de centrar buena parte de su discurso en Europa. Y una frase varias veces repetida entre la militancia: Felipe González, siempre!

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