Alguien que significó mucho en una determinada época de mi vida, y alguien al cual humillé demasiadas veces.
Estoy jodido.
Y seguía queriéndome.
Jodido porque no me comporté con él ni el 10% de lo bien que él se comportó conmigo. Ni le quise tanto como él me quiso a mí. Y nunca dejó de hacerlo.
Sentimiento de culpabilidad. Eso es lo que tengo desde entonces.
Igual fue eso lo que me determinó a abrir esta ventana.
He sido un irresponsable.
Jodido porque no me comporté con él ni el 10% de lo bien que él se comportó conmigo. Ni le quise tanto como él me quiso a mí. Y nunca dejó de hacerlo.
Sentimiento de culpabilidad. Eso es lo que tengo desde entonces.
Igual fue eso lo que me determinó a abrir esta ventana.
He sido un irresponsable.
No he tenido ni la responsabilidad con él que debería haber tenido, ni quise tenerla.
No pretendo con estas líneas resarcirme de todo ello, simplemente es pedir perdón públicamente, y admitir que me he equivocado en este tema desde el primer momento.
Me llamaron el domingo bien prontito para darme la mala noticia. Encima, domingo de resaca, con lo bien que me estaba yo comportando estos últimos meses, ni mis amigos se lo creen… Por suerte, tenía a un buen amigo a mi lado.
Ni en los peores momentos dejó de alegrarse al verme, ni de gritarme saltando de alegría, ni de venir conmigo a comprar el diario, ni de pedirme con esos ojillos de cordero degollado que pasara más tiempo con él.
Ahora, a parte de aprender la lección, tan sólo me queda pedirle perdón. Debería haberme odiado por lo menos durante los últimos cinco años. O más.
Ni siquiera acabé de darle la despedida que merecía, por aquello de “la agenda”. Algo mejor merecía. Ni una sola lágrima. No sea que alguien me vea llorando.
Sufro y me siento aún peor pensando cómo deberían haber sido sus últimas horas. Quiero pensar que no sufrió demasiado. Imagino que es mi conciencia que quiere pensar eso. No sé.
Ni siquiera me he atrevido a anunciar tu pérdida a toda aquella gente que tantísimo te quiso (Primi, Mónica, Dora, Imma…) en aquella cada vez más lejana etapa, ya casi casi cerrada, pero que se merecían también la noticia en primera persona. Lo volveré a intentar esta noche. Espero hacer lo que debería haber hecho anoche, o la anterior, o la anterior…
Sus mejores momentos, eso es lo que me gustaría recordar. Me hacen sufrir, pero no se merece mi amnesia selectiva.
Lo tonto que se ponía cuando le rascaba la barriga, lo que llegaba a roncar (ver para creer) el dormir siempre boca arriba, el tonto, su afición a beberse el agua del WC, el darme las buenas noches si nos íbamos a dormir a la misma hora, sus resoplidos cuando oía hablar de él, esa afición a mearte en la cama del último que te hubiera echado una bronca, esa afición por las pizzas, esa cara de juez que se le había acentuado con los años, esos ojillos que, o asustaban a los desconocidos, o debilitaban sin excepción a todos los conocidos, ese ser conocido por todo el mundo, su banco en el parque como si fuera un vecino más, esas siestas siempre buscando la sombra aunque fuera en los sitios más inverosímiles, ese dormir necesitando siempre tocar la ropa de alguien, alguna prenda, algún pequeño trozo siquiera…
Dicen que lo único que te faltaba era hablar, yo estoy seguro que sabías pero, como lo primero que hubieras pronunciado sería una larga bronca hacia mí, siempre te la guardaste
Lo siento Hristo, sé que es poco, que te merecías más, pero no sé dártelo. Sigo jodido, tío.
Has sido una gran PÉRDIDA. Se te echará de menos.
No pretendo con estas líneas resarcirme de todo ello, simplemente es pedir perdón públicamente, y admitir que me he equivocado en este tema desde el primer momento.
Me llamaron el domingo bien prontito para darme la mala noticia. Encima, domingo de resaca, con lo bien que me estaba yo comportando estos últimos meses, ni mis amigos se lo creen… Por suerte, tenía a un buen amigo a mi lado.
Ni en los peores momentos dejó de alegrarse al verme, ni de gritarme saltando de alegría, ni de venir conmigo a comprar el diario, ni de pedirme con esos ojillos de cordero degollado que pasara más tiempo con él.
Ahora, a parte de aprender la lección, tan sólo me queda pedirle perdón. Debería haberme odiado por lo menos durante los últimos cinco años. O más.
Ni siquiera acabé de darle la despedida que merecía, por aquello de “la agenda”. Algo mejor merecía. Ni una sola lágrima. No sea que alguien me vea llorando.
Sufro y me siento aún peor pensando cómo deberían haber sido sus últimas horas. Quiero pensar que no sufrió demasiado. Imagino que es mi conciencia que quiere pensar eso. No sé.
Ni siquiera me he atrevido a anunciar tu pérdida a toda aquella gente que tantísimo te quiso (Primi, Mónica, Dora, Imma…) en aquella cada vez más lejana etapa, ya casi casi cerrada, pero que se merecían también la noticia en primera persona. Lo volveré a intentar esta noche. Espero hacer lo que debería haber hecho anoche, o la anterior, o la anterior…
Sus mejores momentos, eso es lo que me gustaría recordar. Me hacen sufrir, pero no se merece mi amnesia selectiva.
Lo tonto que se ponía cuando le rascaba la barriga, lo que llegaba a roncar (ver para creer) el dormir siempre boca arriba, el tonto, su afición a beberse el agua del WC, el darme las buenas noches si nos íbamos a dormir a la misma hora, sus resoplidos cuando oía hablar de él, esa afición a mearte en la cama del último que te hubiera echado una bronca, esa afición por las pizzas, esa cara de juez que se le había acentuado con los años, esos ojillos que, o asustaban a los desconocidos, o debilitaban sin excepción a todos los conocidos, ese ser conocido por todo el mundo, su banco en el parque como si fuera un vecino más, esas siestas siempre buscando la sombra aunque fuera en los sitios más inverosímiles, ese dormir necesitando siempre tocar la ropa de alguien, alguna prenda, algún pequeño trozo siquiera…
Dicen que lo único que te faltaba era hablar, yo estoy seguro que sabías pero, como lo primero que hubieras pronunciado sería una larga bronca hacia mí, siempre te la guardaste
Lo siento Hristo, sé que es poco, que te merecías más, pero no sé dártelo. Sigo jodido, tío.
Has sido una gran PÉRDIDA. Se te echará de menos.
Demasiados cambios en tan poco tiempo. Pierdo trenes.
1 comentario:
Ya lo puedes decir, uno más del barrio, no sabia nada, lo siento, echare de menos sus paseadas por el centro, sus asentadas en la puerta del Scorpio, en definitiva, quien lo conoció sabe que Hristo era un perro genial, sigue disfrutando ahí donde estés.....
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